11 de agosto de 2013

"A un amigo no se le deja tirado. Pase lo que pase."

De repente el único sonido que se oía era el de mi respiración entrecortada. Después de estar lo que me parecieron milenios corriendo y sin poder escuchar ni mis propios pensamientos por el sonido de las bombas cayendo y los fusiles del bando enemigo disparando, este repentino silencio hizo que se me pusieran los pelos de punta.

Por el rabillo del ojo era capaz de ver que éramos pocos los que habíamos conseguido pasar la "primera ronda" de proyectiles. No sé si era agradable o desalentador ver que tus compañeros estaban en el mismo estado que tú; corriendo como alma que lleva el diablo, con el fusil agarrado junto al pecho y con la mirada al frente, muertos de miedo. 

Oí el sonido de más bombas que desgarraban el cielo sin ningún objetivo fijo. Agarré con más fuerza el fusil y eché a correr todo lo que me permitían las fuerzas, rezando porque ninguna de esas bombas fuera a parar justo donde estaba yo. 
Una explosión. A tan solo cincuenta metros de mí.
La primera bomba había caído levantando montones de tierra al impactar, y lo que no era tierra. Pude ver a mi amigo de la infancia salir por los aires con un grito desgarrador.

-¡¡¡Joe!!!-. Grité. La bomba había caído a escasos metros de él con lo que esperé que no le hubiera provocado daños serios. lo menos serios que puede haber en una guerra.

Mi objetivo había cambiado. Ya no era llegar al bando contrario y atacar, ahora era llegar hasta Joe. Más bombas seguían cayendo pero para mí se habían convertido en un murmullo de fondo. Llegué a hasta él y vi que la cosa no tenía buena pinta. Algo le había alcanzado en la pierna. Mejor no entro en detalles del estado de la pierna de Joe.

-No vale la pena, Sam. Es hombre muerto, no hay más que mirarlo. Acabarás muerto tú también como intentes cargar con él.- Era Thomas, uno de los soldados de nuestro batallón. Y tenía razón. Acabaría muerto como intentase llevarlo a cuestas. Pero ver a mi amigo de la infancia tirado en el suelo y retorciéndose de dolor hizo que sacara fuerzas para levantarlo sobre mis hombros. 

Mientras lo intentaba, notaba cómo Joe se retorcía de dolor. ¿Cómo iba a dejarlo allí tirado, muriéndose, cuando por mi cabeza no paraban de pasar recuerdos que habíamos compartido los dos? No, no lo podía dejar.

Continué corriendo, esta vez con el peso de mi compañero añadido. Todo volvió a quedarse en silencio otra vez. Dos silencios ¿Cuántos silencios más sería capaz de escuchar? Cada respiración era como fuego dentro de mis pulmones y con cada paso que daba sentía un millón de agujas clavándose en todos y cada uno de mis músculos.
Estábamos en esta situación por mi culpa. Maldecí el momento en el que decidí alistarme. Sólo era un crío que quería ir al ejército para demostrar que no era un cobarde. Pero sí que lo era, soy un cobarde que fue tan estúpido como para querer ser valiente. Un estúpido que arrastró a su mejor amigo en el intento.

Otra vez volví a escuchar el silbido de las bombas traspasando el cielo y cuando la primera cayó, lo hizo a gran distancia así que deposité a Joe detrás de un montículo para poder recuperar fuerzas.

-Déjalo Sammy, sólo conseguirás que te maten. Sálvate tú que puedes.- le costaba un horror respirar, y mucho más hablar.- Yo ya estoy muerto.
Sus palabras se clavaron en lo más hondo de mí como cuchillas. Era incapaz de asimilar lo que me decía. 

No podía dejarle y tampoco quería. Yo le había arrastrado hasta aquí y yo le iba a sacar. Pero hice lo peor que podía haber hecho; comprobar el estado de su pierna. Esta fatal, peor que fatal, esa palabra se le quedaba corta. Estaba seguro de que si sobrevivíamos le tendrían que cortar la pierna. 
Pero estaría vivo.

-No digas chorradas Joe, no pienso dejarte tirado.-Por fin conseguí apartar la mirada de su pierna y mirarle a los ojos.- A un amigo no se le deja tirado ¿Me has entendido?- dije, poniendo mi mano en su hombro.-Pase lo que pase. Y menos a un amigo como tú.- Sin poder evitarlo los dos esbozamos una sonrisa.
-Entendido.
-Mira, yo te arrastré hasta aquí, así que si no volvemos los dos, no volvemos ninguno ¿Te ha quedado claro o te hago un croquis?
Las bombas seguían cayendo y parecía que hubieran pasado años desde que estuviéramos en casa. Pero en ese preciso instante quería creer que volveríamos a estar allí.
-Ha quedado clarísimo.-Dijo, esbozando esa sonrisa suya de medio lado.
-Pues mueve el culo que tenemos una guerra que ganar.- Le guiñe un ojo.
Le tendí mi mano. Él la agarró.


2 comentarios:

  1. Me encantó. Si hay algo que me gusta, son las historias sobre la amistad. Esta es algo triste, pero me gustó mucho igual. Ya que el final es abierto, voy a imaginarme que lograron librarse de aquella guerra y vivieron muchos años más :).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gracias :D supongo que esta entrada es producto de tener un padre al que le encantan las películas de guerras xD

      Eliminar