18 de mayo de 2013

La vida es mucho más interesante en mi cabeza

Voy caminando por la acera, con la mirada perdida en algún punto más allá de mis pies. Oigo ligeramente el ruido del tráfico al otro lado de mis cascos, y por el rabillo del ojo soy capaz de ver difuminadas siluetas de lo que  sé que son coches. La gente va y viene de un lado para otro, absorta en sus pensamientos, sin preocuparse de aquel que pasa por su lado.

A veces me gusta imaginar la vida de esas personas, desconocidos a los que lo más probable es que no vuelva a ver. Es divertido imaginar de donde vienen y a donde van esas personas, qué clase de vida tienen, qué trabajo u ocupación... A veces mi mente se imagina las cosas más estrafalarias.

Veo a una señora pasar a la acera de enfrente y no puedo evitar pensar "esa parece Effie Trinket". Sí, ya lo sé, pero me encanta leer. Una paloma pasa por encima de mi y divago hasta tal punto que me imagino que es un gran dragón dorado en cuyas escamas se refleja la luz de tres grandes soles. Tres, no uno.
Odio mi vida. Bueno, no es mi vida, es esta absurda realidad la que odio. ¿Qué tiene de divertido una realidad basada e la rutina?

Lo que me gustaría vivir entre las páginas de un libro. Pero qué se le va a hacer, no se puede. Aun así tengo mi imaginación, cosa que no pueden decir muchos. Veo a un chico delante de mí, me recuerda mucho a alguien pero no consigo recordar a quien. ¡Espera, ya me acuerdo! ¡Es Jon Nieve!

Mi frikismo no conoce límites.
Y a decir verdad, soy de esas personas que prefieren una historia de libro a una de película.

Hay un grupito de chicas, todas vestidas identicamente igual, que me miran con cara rara. Y ahora empiezan a cuhichear, también me miran de arriba a abajo. Hago yo lo mismo y me una chica con pantalones cortos, deportivas, y una camiseta de "El Señor de los Anillos". Normal que me miren raro, soy completamente opuesta a sus tacones y minifaldas ajustadas.

Paso por su lado y oigo que una murmura «friki». Ni que fuera un insulto. Pero en mi mundo ellas serían las malvadas, y no me importaría que ahora mismo un shek se las llevara.
La gente normal, qué rara es.


2 de mayo de 2013

Desbloquear pantalla

Desbloquear pantalla. Reproductor de Música. Seleccionar canción. Poner cascos. Subir volumen. Y adiós mundo.

Quiero llorar, pero las lágrimas no salen. Quiero reír por pura frustración, pero la risa no llega. Quiero pegar por esta impotencia que siento, pero mi fuerza se esfuma. Solo oigo la música retumbando por todo mi ser y eso me gusta. Por un momento siento que todos los problemas, todas las preocupaciones, todo ese agobio que es la realidad desaparece. Se esfuma.

Me gustaría poder sentirme así siempre, pero sé que eso es imposible. Siempre habrá esos momentos de bajón en los que no te apetece hacer nada, que te agobias por todo, y no sabes por qué. Simplemente estás cansada de todo.

Y ahí está, la música, que es la única que en esos momentos te entiende con sus canciones y sus letras. bueno, la verdad es que la música siempre está en las buenas y en las malas. Lástima que no se pueda decir lo mismo de ciertas personas.

No sé cómo lo hago pero al final consigo que se deslicen unas cuantas lágrimas por mi rostro. Ya ni me acuerdo de por qué tenía ganas de llorar. Solo lloro, porque sí. pero quiero que ese llanto acabe en risa. No lo logro.

Cambio de canción. Ya he escuchado suficientes baladas tristes. No merece la pena seguir llorando, ni me acuerdo del por qué pero seguro que era una tontería. Ahora toca dar paso a canciones alegres,de esas que te animan el día y te dan ganas de bailar hasta quedarte sin aliento.

Una vez por ahí leí que solo se llora por algo importante unos quince minutos, si te tiras llorando más tiempo, es innecesario. Y como yo ya llevo veinte minutos, he decidido parar.
No todos los males duran para siempre.