2 de enero de 2013

La Primera vez que se jugó al escondite


Encontré esta historia por las redes  sociales y me gustó tanto que he decido subirla.

La primera vez que se jugó al escondite.


Cuentan que una vez, se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso:

— ¿Jugamos al escondite?

La intriga levantó las cejas intrigada y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó:

— ¿Al escondite? ¿Y como es eso?

— Es un juego,—explicó la locura,— en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar de uno hasta un millón mientras vosotros os escondéis y cuando yo haya terminado de contar, el primero de vosotros al que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.

El entusiasmo bailó secundado por la euforia, la alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar: La verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?, si al final siempre la encontraban; y la soberbia opinó que era un juego muy tonto pero en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya; y la cobardía, la cobardía prefirió no arriesgarse.

—Uno, dos, tres,...—. Comenzó a contar la locura.

La primera en esconderse fue la pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo que, con su propio esfuerzo, había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso (para alguno de sus amigos): que si un lago cristalino, ideal para la belleza; que si la rendija de un árbol  perfecto para la timidez; que si el vuelo de una mariposa, lo mejor para la voluptuosidad; que si una ráfaga de viento, magnífico para la libertad. Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol.

El egoísmo  en cambio, encontró un sitio muy bueno. Desde el principio lo encontró ventilado, cómodo, eso si, solo para él.

La mentira se escondió en el fondo de los océanos  ¡Mentira! En realidad se escondió detrás del Arco Iris. Y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvidó donde se escondió, pero bueno eso no es lo importante.

Cuando la locura contaba novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve el amor aún no había encontrado sitio para esconderse pues todo se encontraba ocupado. Hasta que divisó un rosal, y enternecido, decidió esconderse entre sus flores.

— ¡¡Un millón !!— Contó la locura. Y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la pereza, solo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la pasión y al deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y, claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar sintió sed, y al acercarse al lago, descubrió a la belleza.

Y con la duda resultó ser más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos: el talento entre la hierba fresca; la angustia en una oscura cueva; la mentira detrás de El Arco Iris, ¡mentira!, si ya estaba en el fondo del océano; y hasta al olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.

Pero el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando iba a darse por vencida, divisó un rosal y sus rosas.

Tomó una rama y comenzó a moverla cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al amor. La locura no sabía qué hacer para disculparse: lloró, rogó, le pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.



1 comentario:

  1. ¡Es un relato demasiado dulce, qué más puedo decir! Aparte de que, por lo menos, ahora entiendo por qué el amor se comporta siempre de esa manera tan extraña, y aun así, es lo que nos da nuestra humanidad, nuestras ganas de vivir :).
    Precioso escrito, una muy buena elección el ponerlo acá.

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